Proyecto de ley de México amenaza independencia de supervisión electoral

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Un exfuncionario dice que Andrés Manuel López Obrador socavará los logros democráticos alcanzados desde el fin del unipartidismo.

La reforma electoral planeada por Andrés Manuel López Obrador socavaría la independencia de la comisión electoral de México, ha advertido un destacado arquitecto de la transición del país a la democracia multipartidista.

José Woldenberg, que supervisó las elecciones del año 2000 que les pusieron fin a 71 años de gobierno unipartidista, dijo que la reforma que se debate esta semana en el Congreso debilitará al Instituto Nacional Electoral (INE) al devolverle la supervisión de las elecciones al gobierno, como ocurrió en México durante décadas de votaciones amañadas.

“Al Presidente de la República no le gustan los órganos autónomos porque quiere concentrar el poder. Le gustaría contar con una autoridad electoral alineada a su voluntad”, dijo Woldenberg en una entrevista. “No puede convivir con un instituto como el INE que costó tantos años, décadas, construir”.

El INE organiza las elecciones y monitorea la actividad política en México. Los observadores dicen que fue fundamental en la transición democrática del país y está considerada como una de sus instituciones más fiables.

Pero los cambios propuestos por el presidente populista despojarían al INE de su autonomía operativa, reducirían su personal y recortarían la financiación pública de los partidos políticos. Además, los consejeros del INE, así como los magistrados del tribunal electoral, serían seleccionados por voto popular, en lugar de ser nombrados por el Congreso.

López Obrador ha impulsado enérgicamente la reforma, a pesar de carecer de la mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso necesaria para las enmiendas constitucionales. Si fracasa, ha prometido recortar el presupuesto del INE y a modificar sus estatutos antes de las elecciones presidenciales y legislativas de 2024.

“La reforma busca fortalecer la democracia de nuestro país, protegerla, porque todavía hay riesgos de fraudes electorales”, dijo a mediados de noviembre. Anteriormente ha denunciado que bajo el INE “continúa este sistema corrupto y antidemocrático”.

López Obrador ha arremetido contra el INE y su predecesor, el Instituto Federal Electoral (IFE), desde que perdió unas reñidas elecciones presidenciales en 2006, que según él fueron fraudulentas aunque los observadores internacionales las proclamaron libres y justas. Aunque ganó el poder en 2018, el presidente sigue alegando que le arrebataron la victoria mediante trampas en las anteriores elecciones.

Una encuesta realizada por el periódico El Financiero encontró un 61% de apoyo al INE. Se estima que 250.000 personas protestaron en Ciudad de México en noviembre contra el proyecto de ley de López Obrador y para defender al INE, según los organizadores. La jefa de gobierno de la ciudad, Claudia Sheinbaum, dijo que asistieron 60.000 personas.

Los analistas políticos dijeron que el mitin ha contribuido a galvanizar a los líderes de los partidos de la oposición para que resistan las intensas presiones para aprobar el proyecto de ley.

“Perder el INE es perder nuestra democracia”, dijo el historiador Enrique Krauze sobre la reforma electoral.

El presidente respondió llamando a sus partidarios a la Ciudad de México para un mitin. Los autobuses que habían transportado a personas de fuera del estado obstruyeron las calles, mientras que algunos medios de comunicación informaron de que empleados del gobierno y beneficiarios de la asistencia social fueron obligados a asistir.

María Juana Jiménez, empleada pública de la Ciudad de México, dijo que asistió a la marcha presidencial por voluntad propia. Llevaba un ataúd de cartón con el logotipo del INE. “Se han robado elecciones dos veces y seguirán haciéndolo hasta que alguien los detenga”, dijo.

Una reforma del INE de 2007 impuso regulaciones estrictas a la publicidad política, limitó la autopromoción de los políticos y endureció las reglas de financiación, atendiendo a las quejas de López Obrador de las elecciones anteriores.

El IFE se creó tras las elecciones de 1988, cuando un supuesto colapso informático en la Secretaría de Gobernación borró los resultados preliminares que mostraban a la oposición al frente de la contienda. Cuando se restablecieron los sistemas, ganó el partido gobernante, el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

López Obrador ha criticado el amplio presupuesto y la burocracia del INE, pero Woldenberg dijo que al IFE se le encargaron proyectos costosos como la creación y el mantenimiento de un registro de votantes confiable, además de proporcionar tarjetas de identificación de votantes.

“Hay muchas cosas en México que no funcionan”, añadió Woldenberg. “Y lo que sí ha demostrado que funciona es lo que López Obrador quiere destruir”.

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