Rusia amenaza con “medidas técnico-militares” si fracasa la negociación con Estados Unidos

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El Kremlin cree que una Ucrania en la OTAN intentaría retomar Crimea, anexionada por Moscú en 2014, con la ayuda de los aliados

Rusia ha amenazado este jueves con adoptar “medidas técnico-militares” si fracasa la negociación con Estados Unidos sobre Ucrania y una nueva arquitectura de seguridad internacional. La advertencia figura en el documento de respuesta del presidente ruso, Vladímir Putin, a las propuestas que envió Estados Unidos para evitar un enfrentamiento bélico y que difundió EL PAÍS. La respuesta constituye un mensaje de fuerza tras varios días en los que el Kremlin ha tratado de dar una imagen de distensión, sustentada en el anuncio de una retirada parcial de tropas en la frontera con Ucrania.

En la respuesta, de diez páginas y difundida por la agencia Interfax, Moscú subraya que no ve un compromiso total de Washington respecto al llamado principio de indivisibilidad de la seguridad, por el cual el refuerzo militar de un país no debe amenazar al resto. Moscú cree que un hipotético ingreso de Ucrania en la OTAN, que no está en el horizonte, acercaría la región a un escenario de guerra, ya que la antigua república soviética intentaría retomar Crimea, anexionada por Rusia en 2014, y para ello contaría con la ayuda de los países aliados, vinculados en la defensa de sus socios.

Más allá de esas dos ideas, Rusia exige a Washington la retirada de todas las unidades y armas de las zonas europeas más próximas a Rusia, entre ellas el este y los países bálticos. Es en este contexto en el que advierte de que, si no ve una intención de llegar a un acuerdo, “se verá obligada a implementar medidas técnico-militares”. Moscú considera factible este escenario: “La retórica de los funcionarios estadounidenses refuerza nuestras dudas legítimas de que Washington esté realmente comprometido con solucionar la situación de la seguridad europea”, señala.

Una de las quejas rusas es que la OTAN interpreta “de manera bastante vaga” las disposiciones de su pacto de 1997 para evitar “un despliegue permanente de fuerzas de combate sustanciales”. Según la Alianza Atlántica, los cuatro grupos multinacionales presentes en las naciones bálticas y Polonia suman 4.500 soldados, a lo que se suma una brigada más en Rumania.

La respuesta de Washington a las peticiones de Moscú contemplaban limitar el despliegue de misiles, nuevos sistemas de verificación y ejercicios militares más reducidos junto a las fronteras. La Casa Blanca exige, entre otros puntos, que Rusia retire las más de 100.000 tropas desplegadas junto a Ucrania.

Exigencias para la desescalada

El Gobierno ruso expone también sus condiciones para retirar sus fuerzas desplegadas junto a Ucrania: “Obligar a Kiev a cumplir el paquete de medidas de Minsk; detener su suministro de armas; retirar de allí todos los asesores e instructores occidentales; no hacer maniobras conjuntas entre sus fuerzas armadas y cualquier país de la OTAN; y sacar de Ucrania todas las armas extranjeras entregadas previamente a Kiev”.

La posición oficial del Kremlin es que el Gobierno ucranio debe conceder un estatus especial a la zona separatista de Donetsk y Lugansk, como figura en el acuerdo de paz de 2015. Es una reclamación que Kiev rechaza aduciendo que no se cumplen ninguno de los otros protocolos firmados y que la región está bajo control ruso de facto. Este jueves, el portavoz de Putin repitió que el cumplimiento de los acuerdos es la única vía para solucionar el conflicto, aunque el mandatario ha recibido esta misma semana una propuesta de la Duma Estatal para valorar si reconoce o no la independencia de las autoproclamadas repúblicas, un reconocimiento que supondría la voladura de estos acuerdos.

“No es un proyecto de ley, es una iniciativa del Partido Comunista que no es apoyada por la formación principal, Rusia Unida”, dijo Dmitri Peskov. No obstante, el partido de Putin votó una propuesta similar cuya diferencia radicaba en que fuera revisada antes por el Ministerio de Exteriores, Sergué Lavrov, en lugar de por el propio presidente.

En la contestación a Estados Unidos, Rusia niega ser responsable tanto de haber provocado la guerra en 2014 —pese a las numerosas pruebas de haber enviado armas a la zona separatista— como de la escalada iniciada en noviembre, cuando los servicios de espionaje estadounidenses revelaron el inicio de la acumulación de soldados, carros y aviones junto a las fronteras ucranias.

“La pérdida de integridad territorial por parte del Estado ucraniano es el resultado de los procesos que han tenido lugar dentro de él”, afirma el Kremlin para justificar su incumplimiento del Memorándum de Budapest de 1994, por el que Kiev renunció a sus armas nucleares a cambio de que se respetara su integridad territorial.

El primer argumento que menciona es, según su versión, un golpe de Estado en Maidán en 2014 pese a que el propio Putin reconoció la presidencia legítima de Petró Poroshenko tras las elecciones de mayo de aquel año. Asimismo, subraya que “la cuestión de la pertenencia de Crimea está cerrada”, puesto que Moscú da legitimidad al referéndum de marzo de aquel año pese a que Putin reconoció el 9 de marzo de 2015 que ordenó a sus servicios de inteligencia la operación “de retornar Crimea”, lo que incluyó el envío de tropas sin identificación a la península.

Todo o nada

El Kremlin reitera que Estados Unidos no ha dado respuesta a sus principales preocupaciones, que también incluyen el regreso de la OTAN a sus fronteras de 1997, cuando se firmó el acuerdo entre ambas partes para una expansión pacífica que a la postre incluiría a países como Polonia, Rumania y los bálticos. Tampoco encuentra el Kremlin respuestas satisfactorias al veto que reclama un despliegue de misiles que puedan alcanzar territorio ruso.

“Las propuestas rusas son un paquete y debe ser considerado como un todo sin diferenciar entre sus componentes individuales”, advierten las autoridades rusas, aunque destacan varios puntos donde podría llegarse a un consenso, entre ellos el control de armamentos.

El Kremlin reclama a la Casa Blanca que desmantele su infraestructura para el despliegue rápido de armas nucleares en Europa y propone un nuevo acuerdo que deje en el olvido el tratado sobre los misiles de medio y corto alcance, el cual vetaba los proyectiles con un radio de 500 a 5.500 kilómetros. Moscú acepta que se verifique que no tiene cohetes 9M729 cerca de Europa, los que llevaron a la ruptura del pacto, mientras que Estados Unidos haría lo mismo con sus plataformas Aegis en Polonia y Rumanía.

Respecto a limitar las maniobras, Rusia considera “poco realista” observar sus intenciones a través de sus ejercicios militares y reclama a Estados Unidos y sus aliados que abandone la política de contención en su contra.

Por otro lado, Moscú reclama que las propuestas sobre la indivisibilidad de la seguridad no sean entregadas de forma colectiva por la Unión Europea y la OTAN, sino país a país, lo que podría ahondar en las diferencias entre los aliados. “Pedimos una respuesta a nivel nacional”, recalca la misiva, aunque la respuesta del bloque comunitario ha sido hasta ahora unánime: “La seguridad europea es indivisible y las nociones de esferas de influencia no tienen lugar en el siglo XXI”, advirtió a finales de enero el alto representante de la UE, Josep Borrell.

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